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Perdido en la noche de los tiempos,
quizá estés escondido
tras la necesidad de contar,
no; no es un fenómeno simple.

El hastío te llevó
con las doce tribus;
ellas se conformaban
con dos palabras.

Las señales eran inminentes;
circunstancias y fechas inciertas,
un corte de caracol y una flor,
auguraban la interrupción
de aquel ciclo.

Aquel esfumado
que aparecía en el horizonte,
donde cada día
un poco más
se iban dibujando
aquellas sombras esfumadas,
lo sabía,
mas tenía la secreta esperanza
que así como se dibujaban aquelllos contornos,
podrían desdibujarse,
puesto que menos la muerte,
todo es reversible.

Una recta, y un punto.
Un antes y después de Cristo.
Una familia constituída,
y la más absoluta de las soledades,
recibiendo señales
que atravesaban el cuerpo
como el rayo laser mortífero,
no había caso,
el rayo laser se empeñaba
por cumplir aquel siniestro objetivo,
un cuerpo golpeado de radiaciones,
un cuerpo agotado,
lágrimas que se descolgaban
como las cataratas del Iguazú,
testigos de aquella garganta del diablo
que nos había petrificado.

Medio siglo terminado,
con un punto final,
anticipaban el infinito dolor,
aquel grupo se proponía borrar,
(borrar como necesidad urgente),
la Historia,
y todos sus vestigios.

Los tiranos borraron
la figura materna,
deporte para el cual
tenían gran entrenamiento,
aquel trabajo
les había sido encargado
más de mil veces,
se manejaban como peces en el agua,
para aquellos tiranos
borrar vínculos biológicos
era tan rutinario
como atarse los cordones de las botas.

Esta vez la misión era desafiante,
porque deberían desaparecerla viva,
a ella,
la madre,
deberían desaparecerla
de las memorias
en las que había generado
trascendencia.

La enterrarían viva,
al fin y al cabo,
ya habían enterrado
a tantos muertos,
la enterrarían viva,
y según sus cálculos,
dejaría de existir naturalmente.

Total, no tenían que ver nada.

Así fue que secuestraron a la mujer entre cuatro,
eran dos hombres y dos mujeres vestidos de civil,
le pusieron una venda negra.

La fosa estaba preparada,
el encargado del jardín de los recuerdos
había recibido un anticipo
y la segunda parte le había sido prometida
cuando la mujer quedara
absolutamente cubierta de tierra.

No; no le habían encomendado matarla,
le habían encomendado enterrarla.

El número de la muerte,
tatuado en el brazo,
la mujer desnuda
estaba lista para la ducha con Ziklon-B.

Hasta último momento
imploró, rogó, se arrodilló,
hasta encomendó su alma
a un Señor en el cual nunca había creído,
y sus razones tenía,
razones que se constataron
cuando aquella mujer
se dio cuenta que le llegaba la hora,
y nadie se interpondría en el camino al fin.

Igual no quedaba nadie de la familia.
Apenas llegada a Treblinka,
fue separada del padre de las hijas,
y nunca más lo vio.

Las hijas desaparecieron alguna noche
de algún helado invierno,
y la mujer nunca supo cuando.
Mejor así.

Había llegado la noche y la mujer,
con una resistencia importante,
sacó la cabeza de adentro de la arena.

Desesperada respiró,
y llenó sus pulmones,
y los llenó calculando
el aire de cuatro vidas,
más vale que sobre y no falte.

La mujer había salido de la arena.
Caminó sigilosa,
no sea cosa que se dieran cuenta,
y todo volviera a foja cero.
Alguen le dio un trozo de sábana,
"confórmate con esto"-
secamente le dijeron aquellos aldeanos,
que no querían saber nada
de lo que ocurría en aquellos campos,
que habían venido a interrupir
su monótona y pueblerina existencia.

La mujer deambula por el bosque
envuelta en una sábana.
Ya perdió la noción del tiempo,
no tiene memoria reciente,
sí recuerda el día,
aquel día que los vio por última vez,
al bajar del tren.

Quien sabe;
quizá habrían sobrevivido,
ojalá,
pensaba aquella mujer,
"no importa si es lejos de mí,
lo importante es que se salven".

Los primeros cincuenta años habían concluído.
Una etapa había terminado.
Los segundos cincuenta
serían diametralmente opuestos,
y la mujer, desaparecida viva.

Esa fue la intención.
El encargado del jardín de los recuerdos,
recibió al día siguiente tal como había sido convenido,
la segunda parte del pago.

Ellos no saben que la mujer sobrevivió.
No sería ni la primera ni la última,
seis millones murieron, y ella tuvo suerte.

Lo más importante era preservar la vida,
después vería cómo seguiría.

Ha pasado un año.
La mujer sobrevive.
Aún no sabe qué hará
cuando salga del bosque
vestida con una sábana.

La mujer se acostubró a ese bosque,
otrora hostil, ahora hogar.
El bosque la protege.

La mujer sabe que no puede ni debe
permanecer eternamente en aquel bosque,
tan sólo vestida con una sábana deshilachada.

"Mañana salgo"-
se dice todas las noches,
antes de dormir en una improvisada madriguera,
más bien es una cueva.

Una cueva encantada.

Anna Donner Rybak © 2011

1 comentario:

  1. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que una historia de amor de 22 años se esfume en el agujero negro de un abismo? ¿Cómo es posible que la Familia ya no.sea porque DESAPARECIERON a la madre VIVA? ¿Algún día podrás atreverte a dibujarte nuevamente, para luego tan sólo comenzar a explicar? ¿Acaso no comprendes que vas (irremediablemente) al infierno si callas?

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