El Loco y el Creador


El mundo es lo que es, nada cambiará.

Cuántas utopías que hacen apología a “quiero un mundo sin guerras”, “todos somos iguales”, tales frases son quizá, en la mente de algún hippie viejo, recuerdos de su juventud en Woodstock, era en la que la gente estaba convencida de que todo podría ser solucionable si había Amor y Paz.

Era tal el anhelo de que por medio de emociones placenteras el mundo fuese pasible de ser cambiado, que la gente llegó a terminar creyéndolo.

También otros, que no son esos pelilargos drogadictos, sino otros, “paes”, “maes”, gurúes, curas, reverendos, y afines, mediante la cuestión religiosa, hacen apología a este mismo concepto, falaz en sí mismo, pero que tranquiliza, primero sus conciencias, y luego, lava otras conciencias, las de su auditorio con esos principios cristianos de que el mundo habría de ser salvado con “Amor” y “Paz”.

El lúcido sabe que son puras quimeras.

Tanto para aquellos, jóvenes de largas cabelleras, con el símbolo de la paz, falopeados hasta las manos, como para aquellos otros ilustrísimos jerarcas religiosos.

El lúcido ve desde varios peldaños por arriba en la escalera, que se engañan, primero y ante todo a sí mismos, y después, por ende a los demás.

Amor y Paz son utopías. Claro que a uno le gustaría creer que tanto “viejos hipppies” como ministros de la iglesia tuvieran verdaderamente la solución a los problemas del mundo, pero el lúcido sabe que simplemente no existe esa solución, no existen milagros donde de un día para el otro todos nos volvamos buenos, digamos la verdad y solamente la verdad, seamos desinteresados y solidarios.

Esto es comprobable por la sencilla razón de nuestra condición de homínidos. Como tales, somos Buenos y somos Malos. Quizá, las mínimas diferencias entre Pepe y Luis sean que Pepe tiene un poco más de bondad que Luis. O quizá, Pepe tenga un poco más de maldad que Luis.

Pero, son tan sólo minucias. La condición humana es esto: una existencia que es lo que va haciendo a uno, ya sea, y valga la redundancia haciendo cosas buenas, y haciendo cosas malas.

Porque las princesas y príncipes muy pero muy buenos están sólo en los cuentos de hadas.

Por más que pasen las eras históricas jamás se podrá cambiar el destino del mundo en cuanto a pobres y ricos, guerras, e intereses.

Sería mucho más noble de parte de todos aquellos pseudo salvadores, que partieran de este axioma:

POBREZA, INTERESES Y GUERRAS, son hitos que jamás dejarán de existir en este mundo, planeta, sistema, galaxia, universo.

Quien tenga esta lucidez y comprenda la veracidad de tal axioma, ya estará varios puntos por encima de los demás. Evitará perder el tiempo en conversaciones u acciones vanas, que lo único que lograrán es el efecto de mostrarle a su prójimo la “nobleza” de su esencia.

En este contexto hostil es que nacemos, vivimos y morimos. Negarlo sería hacer una trampa al solitario más grande que una casa.

Siempre seremos buenos, pero también seremos malos, diremos la verdad, pero también la mentira, y lo más complicado de la condición humana es hacer un balance que arroje un beneficio sobre el costo del accionar de los individuos.

¿Y qué papel desempeña el artista inmerso en un contexto de estas características?

Ni él mismo lo sabe. Su lucidez y genialidad creadora, le generan sentimientos de absoluta impotencia, sabe que el mundo es la mierda que es, y sabe que nada podrá hacer de él un mundo mejor.

Su obra, entonces, está destinada simplemente a trasmitir mensajes, mediante las diferentes manifestaciones.

Mensajes absolutamente lúcidos, y certeros.

Pero, para ser el hacedor de tales acontecimientos, y… hay que estar bien loco.

Bien loco para cagarse en el Amor y la Paz de los Reverendos, Sacerdotes, Gurúes, Horóscopos, y todas esas estupideces de las que se agarra el idiota, el mediocre, para no hacerse responsable de su propia vida y sus acciones.

Para generar un hito de creación, hay que estar lúcido.

Pero la lucidez enloquece.

La lucidez mata.

Los genios, se vuelven locos, ejemplos en la historia existen miles: Van Gogh, Salvador Dali, Friedrich Nietszche, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Emile Ciorán, Luca Prodan, Jim Morrison, Horacio Quiroga, Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini, Virginia Woolf, Miguel Abuelo, y la lista es interminable.

La respuesta no es fácil: de tan genios se volvieron locos.

Su lucidez les impidió adaptarse a este mundo hipócrita, en donde vale más construirse a Imagen y Semejanza de Mongo Cucho, porque Mongo Cucho es un Hombre de Bien, Caballero Intachable, Decente, Virtuoso, Respetuoso de la Moral y las Buenas Costumbres, que cuando muera habrá una pintura colgada en algún museo para destacar su vasta trayectoria, el “legado” que dio a la humanidad.

Todos ellos se cagaron en esa moral establecida a priori, en donde los comportamientos de los ilustrísimos se basaban en conductas a Imagen y Semejanza de entidades establecidas a priori, “El Bien”, “El Mal”, “Lo correcto”, “Lo incorrecto”, como si todo fuera tan absoluto.

En estas definiciones falaces se está ignorando ni más ni menos la componente de subjetividad que le toca a cada uno de los individuos del universo en sus conductas.

Ingenuos o Tontos son aquellos que se creen muy buenos, buenos, malos, o muy malos, ¿acaso ignoran que todos somos Todo?

En ese dilema existencial es que se ve sumido el creador, y su desafío, es demostrar, cual teorema matemático que un individuo no es ni del todo bueno, ni del todo malo, ni del todo mentiroso, ni del todo leal.

Pero ellos, son tan omnipotentes sobre sus emociones que tienen clarísima La Línea: A la derecha “El Bien”, a la izquierda “El Mal”.

Siempre me pregunté qué especie de visión telepática tendrían para tener tales certezas, y aseverar con total omnipotencia, e iridiscencia “Mongo Cucho es Bueno”, “Mefistófeles es Mentiroso”, con un convencimiento absoluto de la veracidad de sus afirmaciones.

Pobres. Cómo se engañan. Ese convencimiento absoluto no es otra cosa que ignorancia disfrazada.

Porque sólo el ignorante puede aseverar el lugar exacto, el límite, la frontera, de “El Bien”, y de “El Mal”.

Porque tal frontera, para el lúcido es tan imperceptible, que si bien por algunos momentos la tiene dibujada, esa línea se vuelve indeleble, al segundo más uno que fue vista, por la sencilla razón de que el “ser.en.el.mundo” es una sucesión de instantes, de infinitésimos instantes tendiendo a cero, donde cualquier cosa que ES al segundo más uno puede NO SER.

Estos y otros dilemas aquejan al creador, que como ve el mundo desde el vuelo de su mente, (porque si el creador no vuela primero, le es imposible crear), y es desde ese lugar más alto que la media que el creador ve cosas imperceptibles a quienes caminan por tierra firme, el creador lo ve, desde un lugar de misticismo, de ilusión, de imaginación, de construcción de escenarios fantásticos, todo eso es necesario para el proceso creativo, son etapas que hay que atravesar.

Es entonces, que el creador devenido en genio va enloqueciendo, al percibir más allá de la media, el mundo, y su insignificancia, y comprender que con tan sólo un atentado como el del 11S multiplicado por 666, el número del diablo, al instante más uno, se acaba TODO.

Todo es TODO, las Guerras, el Amor, La paz, TODO.

Y es desde ese lugar que el genio de algún modo se rebela, quiere a cualquier precio tratar de abrir cabezas huecas y conservadoras, para hacerlas comprender la magnitud del problema del “ser.en.el.mundo”.

Es entonces, que ante tales rebeliones, los otros, los “normales”, los que por supuesto, no están locos, sino que son muy pero muy cuerdos, y se “las saben todas” los acusan con el dedito inquisidor:

-Transgresor, rebelde, polígamo, mentiroso, sin modales, bestia parda.

-“Pobrecito, pierde el control, no sabe ubicarse en la sociedad”.

Esa es la visión de los “normales”, de los “cuerdos”.

Claro que los Genios saben que los Normales y los Cuerdos son un Mar de Idiotas.

¿Qué tenía de loca Juana la Loca? ¿Qué pretendía que su esposo, el rey hiciera el amor con ella? ¿Qué quería darle pecho a sus hijos? ¿Qué quería actuar en base a lo que sentía correcto y no lo que le era impuesto?

Juana La Loca, debe su condición de loca, a la rebelión contra las imposiciones.

Más menos, los genios creadores, para mostrarle al mundo su condición de Idiota, deben sumirse a la misma rebelión, la de los mandatos o imposiciones, ya sea dictados por el Rey, la Reina, Dios, o la Gente Decente y Virtuosa.

Me pregunto qué creen esos decentes virtuosos cuando acusan con total convencimiento:

“Fulano está LOCO”, “Fulano vive volando”, “Fulano está todo el día delirando para escribir estupideces”.

Ocurre que esos decentes virtuosos no entienden desde el Buenos Días del loco en adelante.

Y todo lo que no se entiende, se le atribuye a Dioses Maléficos, al Diablo, a entidades olímpicas y no terrenales.

Así como para los antiguos la tierra era un gran plano sostenido por cuatro elefantes voladores, para los decentes virtuosos, en cierta medida, Lo Correcto, La Verdad, El Bien, y El Mal, son una tierra plana sostenida por cuatro elefantes.

Ellos sabrán. Bueno, no, saber; no saben nada.

Pero, como muchos ignoran a Sócrates y la lucidez de la frase que recorrió todos los tiempos “Solo sé que no se nada”, siguen creyendo que son los dueños absolutos de verdades, por supuesto, absolutistas, nada de relativizar algo, bueno, por algo son Idiotas, sino serían Genios.

No importa.

Anna Donner Rybak © 2011

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