Silla Vacía


“Yo vivo en este café, y vivo debajo de esta mesa, con ella” (señala a su compañera de mesa). “Me gusta vivir bajo una mesa que dé a la calle, porque puedo ver la calle y el Teatro Solís.”

- “¿Podemos sentarnos, Silla Vacía?”- La compañera de la silla vacía estaba por decir “Si” cuando Silla Vacía le dijo a la pareja de enamorados:

- “Pah, saben que estoy en un momento de depresión”- dijo Silla Vacía.- “Les pido que no se ofendan, pero esta silla tiene dueño”.

-“¿Cómo?”- inquirió el hombre. -“¡Este es un lugar público y vos tenés que dejar sentar a quien quiera que se quiera sentar!”

-“Asumo los riesgos, quizá me despidan, pero no quiero que nadie se siente”- dijo Silla Vacía.

-“¡Nos vamos a quejar con el encargado! ¡Vos sos simplemente una empleada, y no tomás decisiones!” – dijo el hombre.

-“Quéjense. No me importa”.- dijo Silla Vacía.

-“¿No te importa perder tu trabajo?”- dijo El Hombre.

-“No, no me importa”.- dijo Silla Vacía.

La pareja se miró azorada. –“¿No le importa perder el trabajo?”-“Parece que no”- “Pero tiene que estar bastante desequilibrada Silla Vacía porque nadie deja un trabajo de la noche a la mañana, no nos quejemos, Gordi”- “Bueno”- consintió el hombre,-“pero lo hago por vos, que me lo pediste ta! ¡Porque yo como cliente de este Café, tengo derecho de sentarme donde se me cante, me tienen que servir, porque yo pongo la platita y pago!”-“No seas así, Gordi, los clientes no somos dioses”.
De repente, entró en el café una chica delgada, iba sola, su expresión era lánguida y etérea, parecía estar en otro mundo.

Se acercó a la mesa, y se sentó en la Compañera de Silla Vacía.

Entonces el hombre, montó en cólera.

-“¿Ustedes me están tomando el pelo? ¿Porqué a ella sí la dejan sentar y a nosotros no? ¿No era que estabas deprimida Silla Vacía? ¡Sos una mentirosa!

-“Pueden pensar lo que quieran, pero en esta mesa, podemos ser ocupadas solamente por quien se ha sentado en este momento” – dijo Silla Vacía.

El hombre se dirigió a la chica delgada, con expresión lánguida y etérea, que parecía estar en otro mundo y dijo a ella y a Silla Vacía:

-“A mi no me van a engañar, ¿acaso me toman por tonto? “

El hombre le dijo a la chica delgada, con expresión lánguida y etérea, que parecía estar en otro mundo:

-“Nena, ¡No hagas tanto teatro!¡Vos tenés la silla Paga en este Café! ¿Eso se puede hacer? ¿Por qué en la puerta no dice que se puede pagar por una silla, para sentarse cuando a uno se le cante? ¡Lo que pasa que vos estás acomodada en este Café! ¡Ya sé! ¡Te transaste al dueño y por eso tenés la silla “Paga!”

-“Pensá lo que quieras”- dijo Silla Vacía.

-“¡Ustedes me están haciendo el verso! ¡Lo están haciendo a propósito! ¡Me están tomando por idiota! “- Y agarró a Silla Vacía y la levantó en el aire.

-“¡Oíme bien, Silla de mierda! ¡Yo me voy a sentar acá porque se me canta!”

-“Enojate si querés, pero vos acá no te vas a sentar”.

-“Ah, ¿sí? ¿Y porqué no me puedo sentar? ¿A ver? “

-“No te podés sentar sobre mí porque este lugar es de otra persona”- dijo Silla Vacía.

-“Ah, ¡Otro acomodado en el café!”

-“·Pensá lo que quieras, pero vos acá, no te vas a sentar. Ni vos ni nadie. Sólo se va sentar acá quien se tiene que sentar acá”.

El hombre montó en cólera.

“-Silla de mierda, te voy a hacer mierda, y me voy a sentar acá, y si no te gusta, JO-DE-TE!”- y el hombre sacudió a Silla Vacía violentamente.

-“Hacé lo que quieras, pero vos acá, no te sentás.”.

Anna Donner ©2010.

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