Otra Voz Canta


Los sintetizadores, en consonancia con las baterías, los ecos espaciales, los ritmos, todas las E-Acordes estaban listos. No había caso, el instrumental pegaba fuerte. Claro que debemos hacer referencia a que los “instrumentos” se creaban en el último modelo de la Yamaha 3-000. La PinolaGuitar, el BajoFlautín, eran sonidos muy lejanos a aquellos instrumentos nativos y originales, los jóvenes se aburrirían oyendo una guitarra “sola”.

Alexia era un ícono musical. Toda ella era armonía; su cabello, con un corte asimétrico, en capas desiguales, igual a ella le daba lo mismo, se ponía en manos de “Los Nietos de Roberto Giordano y Cìa”, y se encargaban de mantener su imagen de vanguardia. Por supuesto, miles de jóvenes iban a sus peluqueros y cuando se les preguntaba: ¿Cómo querés que te lo corte?- Respondían: -¡Haceme el “Alexia”!.

Pues sí, Alexia hasta de un corte de pelo. Pero no sólo del pelo de Alexia estamos hablando, sino de todo su aspecto. Ella solía vestir con prendas de bambula, hacía rato que no se usaban las botas con cadenas, ni los pantalones de cuero, nada de eso. Bambula con algo de hilo o lana era el “must-have” de los artistas y su ropa era diseñada por “Los Viudos e Hijos de Manos del Uruguay”.

Así, con su pelo multicolor, y ropa cómoda, Alexia se sentaba en un PianolaGuitar esquinero, y su equipo detrás; Punky Martin, con una mano en el BajoFlautín, y luego los Bateroecográficos. Alexia era la líder y vocalista de Vía, la banda más popular de estos tiempos.

Aquella noche, como de costumbre, la sala estaba llena, y unos Guardaespaldas de color negro, todos producidos en serie, impedían el acceso a Alexia, de lo contrario sus fans la destrozarían si llegasen a tocarla. XGuardaespalda, abría sus extremidades, que culminaban en una especie de tenazas, y así, nadie quedaba con ganas de insistir. Guardaespaldas de Negro, era la escolta de Vía.

Había comenzado, en el “Opera” no cabía ni un solo alfiler. Iban por la mitad del recital, cuando de repente, se cortó la corriente.

-¡Prendan el generador!- gritó como loco Punky Martin.

Pero Los Guardaespaldas de Negro estaban (lógicamente) sin corriente.

Todo el mundo quedó estupefacto, la gente no conocía el silencio. Valga la redundancia, en silencio aguardaron, esa Nada Sartreana Sonora, los tenía asustados.

Entonces, en medio del silencio, todos aguzaron sus oídos, puesto que no estaban acostumbrados a percibir a bajos decibeles, pero un tenue rumor cantaba:

Por detrás de mi voz
– escucha, escucha
– Otra voz canta.

Viene de atrás, de lejos;
Viene de sepultadas
Bocas, y canta.

Dicen que no están muertos
– escúchalos, escucha –
Mientras se alza la voz
Que los recuerda y canta.

Escucha, escucha;
Otra voz canta.

Dicen que ahora viven
En tu mirada.
Sostenlos con tus ojos,
Con tus palabras;
Sostenlos con tu vida
Que no se pierdan,
Que no se caigan.

Escucha, escucha;
Otra voz canta.

No son sólo memoria,
Son vida abierta,
Continua y ancha;
Son camino que empieza.

Cantan conmigo,
Conmigo cantan.

Dicen que no están muertos;
Escúchalos, escucha,
Mientras se alza la voz
Que los recuerda y canta.

Cantan conmigo,
Conmigo cantan.

No son sólo memoria,
Son vida abierta,
Son camino que empieza
Y que nos llama.

Cantan conmigo,
Conmigo cantan.


-¡Qué es eso!- rugió furioso Punky Martin. - ¡Eso no es nada!
– Pará, Punky- repuso Alexia, la mejor voz por excelencia del momento.
-¡Cómo se llama ese instrumento que suena tan bajito!- gritó más que preguntó Punky Martin.
-Guitarra- dijo Alexia.
- ¡Cómo no se aburrían con esos lamentos cansinos!
– Punky, ¡estás hablando de las canciones de Daniel Viglietti!
- ¿Quién?
-¡Daniel Viglietti!
-¿Y ese quién corno es?
– Dejá, no lo entenderías- dijo Alexia.
-¡Qué hace este holograma en nuestra sala! ¡Nos está arruinando la noche!

El público seguía paralizado, con mucho temor al nuevo Sonido, haciendo apología a los extintos Simon & Garfunkel con “The Sounds of Silence”.

Todos habían quedado tiesos de terror en sus asientos, el holograma de Daniel Viglietti, esa canción que hablaba de Memorias y de Voces, de Muertos, ¿los muertos podían cantar? La gente no entendía, La canción se refería a la memoria extraíble, pero cómo, ¡una memoria no canta!
-¡Qué hace una Memoria cantando!- repuso enojadísimo Punky Martin. – ¡Este Holograma aterró al público, no lo ves, Alexia, están pálidos en sus butacas, nadie se anima a moverse, creen que un vampiro es el que canta!

Alexia echó un vistazo al público. No era la primera vez que un vampiro irrumpía en la mitad de la ciudad.

Algunas señoras, precavidas, sacaron de sus bolsos varias ristras de ajos, y montones de crucifijos de madera, a fin de espantar a ese Espíritu Mortuorio, que cantaba casi en silencio, con un instrumento quién sabe de qué época.

De repente, un fuerte vendaval hizo que las partituras que portaba el Fantasma, se desperdigaran. Punky Martin alcanzó a recogerlas. Miró a Alexia con cara de horror:

-¿Qué es esto?¿Así cantan los Muertos?- dijo mirando unos jeroglíficos incomprensibles. Los “renglones” estaban compuestos por cinco líneas paralelas, y había una especie de “pelotitas”, algunas de negro, otras sólo el contorno, y después, ah, lo único que le resultaba conocido a Punky Martin era el numeral: “#”.

Alexia, que además de cantante y música, conocía mucho de historia de la música, le dijo a Punky:

-Es tan sólo otro modo de escribir la música.
-¡Yo el único modo que sé es el que empieza con A!
-Antes, lo llamaban “Cifrado Americano”:
-¿Y esto qué es?
-Mirá, Punky, hay muchos conceptos y nombres complicados.
-¡Qué creés! ¿Cómo te tragaste una aburridísima materia teórica acerca de la historia y sos Doctora en Música, que yo soy Inferior? ¡No, mi querida! ¡Yo, entiendo todo! Lo que sucede es que no desperdicio memoria al divino botón con inutilidades pretéritas.
-¿Inferior? ¿Cuándo te dije algo así, Punky?
-¡Por favor, “Doctora”! ¿Creés que no me doy cuenta cómo me mirás con cara de Zaratustra? ¡Sólo te falta ser hermafrodita! Te lo voy a decir. Todos esos eruditos que tanto admirás, sí de Nietzsche hablo, con esos divagues del Superhombre, bueno. ¡Vos te creés la Zaratustra del Presente!
-¿Qué te pasa, Punky? ¡No te reconozco! ¡Querés saber! Muy bien, esto que llamás “jeroglíficos” son: Un Pentagrama, Claves de Sol y de Fa, Compases, Sostenidos, acordes, blancas, y corcheas.
-¡Qué graciosa! ¿Y el diccionario de equivalencias? ¿Cómo sé yo qué es un “Sostenido”?

Alexia hizo silencio. Se había encendido una luz roja, y el público comenzó a salir por la puerta de emergencia, las mujeres con sus crucifijos de madera, y sus ristras de ajos en alto.

La Sala quedó vacía.

Punky Martin estaba furioso.

-¡No vamos a cobrar! ¡Este coso nos arruinó el negocio!
-Viglietti no fue ningún “coso”.
-¡No tengo tiempo para romanticismos tontos! ¿Y ahora? Mañana saldremos en todos los medios de prensa, ¡es la crónica de la muerte anunciada de Vía!
-¿Acaso creés, Punky, que nosotros hacemos música de verdad?
-¿Qué decís?
-¡Todo lo hacen los sintetizadores! Vos lo único que hacés es ingresar distintos parámetros en una computadora, y vas probando sonidos, y cuando te “copa”, sale la “Partituta”. ¿Acaso creés que eso es hacer música?
-¡No me vengas con complicaciones! ¡Tanto arabesco no me sirve para nada! La música se hace así, se ve que el Doctorado te hizo delirar, Alexia. ¡Me voy! ¡Y andá pensando cómo vamos a hacer frente a todos los compromisos ahora que no vamos a cobrar un . peso!- Punky Martin se retiró dando un portazo.

Alexia estaba ahora sola en el “Opera”.

Sóla, con la guitarra y Otra Voz Canta.

Anna Donner Rybak © 2010

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